Para nadie es un secreto que la moda y el cine van juntos, y es por eso que cada vez son más esperadas las ceremonias de entrega de premios de cine, muchas veces sólo por el placer de ver los modelos que llevarán puestos los participantes.
Como cada año en febrero llega el gran escaparate al teatro Kodak de Hollywood y al resto del mundo, por supuesto. Una infinidad de marcas pasean sus mejores modelos de la mano de los mejores actores y actrices del mundo. Hoy día y desde ya hace varios años que la importancia de los galardones se ve eclipsada por este llamado glamour de las estrellas. Desde un punto de vista muy personal la esencia de los premios ha desaparecido. Si echamos un vistazo a su historia descubriremos que los oscars se empezaron a premiar, con el único propósito de destacar la calidad técnica y cultural de las películas. Hablamos de los años treinta aproximadamente, donde no importaba más que el buen hacer de los participantes no de su dinero.
A parte de eso los actores realizan un trabajo como otro cualquiera aunque cobrando cifras astronómicas al vivir de su imagen. Pensando en un porque de estas cantidades se puede llegar a la conclusión de que es normal, me explico: si una película se va a ver en todo el mundo traerá consigo unos pertinentes beneficios que llegan para cubrir los gastos de la producción y para pagar a los actores participantes del film. Crear ilusiones a personas es como hacer sueños realidad y eso no se hace de forma gratuita.
En un principio la gala se retransmitía por radio y a lo largo de los sucesivos años se empezó a emitir en televisión. Este hecho ocasionó que los premios se convirtieran en una de las citas anuales de más audiencia, además de esta perdida de esencia. La gente esperaba impaciente por ver que vestidos, no por saber quien ganaba esto es lo que ocurre hoy día. Hemos de entender que vivimos en una sociedad consumista y capitalista, por tanto el dinero goza de mucha importancia. Teniendo también en cuenta que la imagen es de vital importancia, es comprensible cierto grado de glamour y con esto quiero decir que la gala debe ser elegante y amena. Volviendo un poco al tema de las marcas, cómo puede ser que se realicen fiestas privadas casi más importantes que la propia gala. El dinero a veces puede más que el propio glamour.
En conclusión la gala debería recuperar el estilo anterior, premiando a los participantes por su trabajo. Todos debemos colaborar para un mejor desarrollo de estos prestigiosos premios, merece una mayor atención por parte de todos a todas las categorías no solo fijándose en las mismas de cada año. Se debe disminuir esa importancia a la estética de los participantes y tratar de mejorar la imagen de los oscars.